Love is her best dress.

She never find a night good enough to wear it.

viernes

¿de verdad terminás con esto el año, Flor?

the healing has begun

Quería escribir y es la nota más difícil seguramente, porque quiero escribir, porque la necesidad me saca de mi eje y me hace sospechar y leerme a mí misma. ¿Por qué querer, voluntariamente intentar hacer algo que es tan natural y tan exasperante y tan libre, tan livianamente indeseable como es respirar para vivir? Si para mí escribir no es más que caminar para llegar a un lado, ¿por qué forzarlo, por qué buscarlo?

Entonces recordé que el mecanismo de extracción de la piedra en el zapato comienza por descubrir que la molestia al caminar proviene de las extremidades inferiores, que en ellas hay algo que no debería estar. Y entonces sacudir el trocito de roca es fácil. Chau.


Pero como los que escribimos nos dedicamos a esto porque no nos queda otra, como pasa con los enamoramientos. O hay otra y es demasiado insípida. Los que ralentizamos los gestos vitales y cotidianos para desautomatizar este mundo, no nos sacamos la piedra del zapato sin más. Nosotros describimos la sensación que provoca, buscamos sus causas en la historia, analizamos los sentimientos que genera y el reflejo que nuestros gestos enamorados descubren como devolución en nuestros interlocutores.

I want you to put on
your pretty summer dress

Entonces yo no me saco los zapatos porque caminar descalza quedará para otras noches, pero me pongo mi vestido de verano y salpico con mi arte menor el canvas de este rato errático. Mi vestido de verano, el de hoy, uno de ellos. El que me hace sentir más nena y más cerca del corazón. Las chicas buscamos síntomas en la forma de vestir de las demás. Eso ya lo escuchaste, ¿no? “Está deprimida.” “Está desesperada por algo de acción.” “Está más gorda.” Bueno, yo me pongo mi vestido no porque quiero levantar sospechas sino porque necesito esos síntomas del amor que vienen pegados a mi vestido enamorado.

Está bien, la honestidad tiene la cara lavada y hoy yo, que me pinto las pestañas para llegar tarde, hoy yo también. Apoyo la cabeza en la almohada y pensamientos desatinados me pinchan en la nuca, me hacen cosquillas en la espalda. Esto qué nombre tiene. Cómo me saco las preguntas de encima. Sin intentar respuestas, Flor.

Por eso desvío mi atención que pulsa lentamente al recuerdo registrado en la memoria a corto plazo e intento simplemente describir y no analizar y no cuestionar y no vaticinar nada. Me releo e intento reconciliar mi conglomerado de intuiciones a esta circunstancia inédita que aparece como guerrilla esta temporada, esta noche. Asisto al espectáculo de ser protagonista otra vez, de vos y yo esta tarde cambiando el mundo de nuestro rincón, con gestos efímeros que nadie intenta codificar. Esa frase que me anoté atrás de un boleto para no olvidarme, porque fue como atrapar una burbuja que las palabras cayeran en mis manitos.

raise your hopeful voice

La continuación o más bien el principio de la historia es bastante conocido por todos menos por mí que de tanto leer finales me olvidé de los “Once upon a time”, que de tanto buscar la excepción me olvidé de las constantes, las pequeñeces, la vulgaridad de los amores. Entonces busco pistas en esta historia nueva para mí. La película acaba de empezar y ellos ya se sacan chispas y hacen magia juntos. La realidad no es tan distinta al arte, es sólo más real. Por eso leo cuentos que ya leí, localizo pistas, intuyo señales, flechas, avisos. ¿Dónde vamos? ¿Vamos? No sé, no sé, pero estamos.

Intento a tientas que el susurro no se diluya en el corte de luz contaminado con malas intenciones y peores augurios y levanto la voz. No grito pero exclamo pronuncio afirmo profiero enuncio aclaro que yo también estoy, que no me escapo, que no me voy como ya sé, ya me dijeron, ya casi me acostumbré a irme y a no saber volver, y a no aprender a estar. Me cuesta perder el control, me indigna dejarme abrazar, me paraliza lo gratis del beso silencioso, de la palabra a media voz, de la ausencia de distancias. Me muevo torpemente en todos los sobreentendidos y malentendidos que nos sostienen cerca, en todo lo que no dijimos, en lo que no vamos a decir, en lo que es potencia pero no existencia. En este respirar juntos.

you’ve suffered enough

Entonces, si esto es una excusa para mantenerme en el desconocimiento completo de lo que me pasa y lo que pasa. Si tantas palabras son una excusa inútil para inflar un oasis de paz mental en esta noche que todavía tiene mucho de rencores y heridas infectadas, de recuerdos mal empaquetados y silencios espesos. Si es, es una excusa mental para sentirme más liviana, para creer que como tengo mucho tengo menos deseos (y eso es mentira, y eso es error). Si pongo excusas y barreras bajas a lo que quiere reptar dentro y plantar bandera o por lo menos anclar un rato en mí. Sí, pongo excusas de esas.

Pero también están las otras, las excusas dulces, los inventos, los recorridos dibujados, las caminatas de no ir y de no llegar, las citas deshilachadas, las sopas de letras, las excusas para quedarnos. Quedáte, me quedo.


jueves

Brindis.



Me vibra algo entre los pulmones cuando veo que mis amigos se unen a esos grupos de brindar y sonreir con la gente que está en el cielo estas fiestas, momentos fuertes hasta para los más ateos y escépticos.

Me conmuevo groso y pienso en el amigo que me falta, en su familia, en las mesas con lugares vacíos para arrancar el año, de mi familia grande, de mis amigos, de mis desconocidos. Pienso en los muchos pibes que faltaron en sus casas un día como hoy hace unos años, pienso en los muertos famosos y los muertos anónimos. 

Propongo yo también llenar y hacer sonar las copas de alegría y también de bronca, porque la vida es vida, porque hay tanto más para agradecer y desear, para emocionarse y llorar, para no olvidar (nunca, nunca), o porque sí.

A los que les duele más que a mí los abrazo con el corazón y concluyo: Qué loco este temita del amor, qué posta que es más fuerte que todas las muertes. ¿Me explico?


sábado

Nacimiento.

Elige ser parte de la historia del errático hombre, nace en una ciudad suburbana oprimida por un imperio sanguinario, en una noche fría de estrellas raras, lejos de casa a causa de medidas políticas, despreciado y marginado, rodeado de animales, algún pastor proletario curioso, inmigrantes (los reyes magos) y de ángeles desafinando. Hijo de una adolescente analfabeta y un carpintero asustado, bebé indefenso en pañales que todavía no sabía que era Dios. Nació y ya era perseguido por los poderosos y buscado por el pueblo. El tipo más bardeado de la historia, pero inspiró a los quijotescos y angustiados de todos los tiempos. Aguante Jesús.

miércoles

Negocio (No van a poder.)


Negocio


El otium era, entre los griegos, el ocio. Tiempo libre, recreo, esparcimiento, solaz, descanso. Momento de filosofar y generar arte. En contraposición, el negotium era la negación del ocio, el negocio, el tiempo del trabajo y el comercio.
Yo que soy una pibita del arte y las filosofías baratas, y porque mi trabajo siempre me da felicidad excepto a la hora de llenar planillas, yo que no soy una chica de negocios, lo siento no comercio. Lo siento pero hay cosas que no negocio.

A ver, quienes esperen aquí argumentos físico-políticos, históricos, biológicos, morales, religiosos para seguir pensando lo que piensan o para odiarme por fin fríamente, para burlarse de mi ingenuidad (de nuestra ingenuidad) o para ganar un debate en la mesa familiar del domingo, pueden irse ya mismo a leer la editorial de Clarín y el twitter de Morales Solá. Es más, si les cabe pueden buscarse un lugarcito en la tribuna de 678. Yo no voy.

No tengo más títulos que el papelito de Bachiller, más herramientas que las que tienen todos ustedes, mucha menos experiencia y sufrimiento que muchos, y la verdad no soy opinóloga de nada. Con toda humildad me hago cargo de todas las letras de mi versión. Vuelvo a pedir disculpas por saber poco, pero estudio y trabajo para que los que no saben hablar también tengan voz. Y tengo que empezar por ejercer mi derecho de decir, por mi propia boca, aunque sea torpe y joven. No tengo más que una voz, una mirada. Eso no lo negocio, no me lo puedo quedar. Pido perdón otra vez, pero me siento responsable de la partecita de planeta que me toca.

La versión fácil sería poder burlarme o putearlos. Ojalá pudiera, pero no puedo. No es porque sea una damita sino porque estoy francamente desconcertada y aproximadamente hecha bolsa. No tengo miedo de afirmar que estas cosas me hacen mal, que no doy más y que no me importa que sea poco profesional entristecerme en casi todas las esquinas y al escuchar y leer a alguna de la gente que más quiero volverse no solo mediocremente xenófoba e ignorantemente fascista, sino también bastante pelotuda, golpista y asesina. Me pongo mal y me lleno de bronca, y mi resistencia frente a la muerte que propagan con sus palabras es una sonrisa y una plegaria por sus almas rendidas/vendidas. Posta.

Mi resistencia es una alegría empática que no quiere llenarle la cabeza a nadie, pero que se inmunizó al odio y a las mentiras. Mi resistencia es una desautomatización frente las generalidades, a los lugares comunes, a la condescendencia, a los refranes, a la demagogia, a la insensibilidad, a la tolerancia que implica tolerar que todo siga como está pero que no tolera al que quiere cosas mejores y distintas. Contra la malintención, contra la burrada automática del que no tiene excusas porque estuvo en las mismas aulas que yo, el que pudo desayunar leche chocolatada a la mañana y que sus papás lo llevaran en auto a un colegio privado, contra el odio gratuito del que tiene demasiada suerte, yo me resisto. Perdón pero es algo que no voy a negociar.

Miren, yo estoy llena de contradicciones y dudas y de miedos y de errores. Lo sé y con el orgullo de ser parte de una generación nacida y crecida en democracia (esa que cuando no se tenía se quería y que ahora tendríamos que morir por cuidarla), me entiendo cruzada por desastres y maravillas, como todos ustedes, como todos nosotros. Por eso no negocio compartir la mesa con gente que a mi edad se permite hablar como la señora Legrand. Chicos, tenemos unos 100 años para luchar antes de convertirnos en eso. Tenemos toda una vida para decepcionarnos pero ahora, ¿ya ser gente rancia y desesperada y desesperanzada, ya mismo hipotecar todos los sueños de mundos mejores para todos, ya mismo tirar al borde del camino y pisotear las ideas de grandeza y de vidas dignas para todos? ¿Ya nos rendimos? Yo mi lucha cotidiana y personal, mi proyecto, no lo negocio.

Hace unos minutos decidí no hablar de lo que más me apasiona y me interesa, que es la gente y su actualidad, con las personas que más quiero. Demasiadas peleas y debates de sobremesa me llevarían a exiliarme en mi pieza o con la gente que está de acuerdo conmigo, y la verdad no me parece nada bien. Pero me sorprende y me duele ver a mi entorno, joven y privilegiado, llenarse la boca de frases implantadas por José Telenoche, por el Taxista Fascista, por Doña Rosa la vecina miedosa. Me duele sentir que levantamos banderas que no nos corresponden y que son las de los que no piensan en nosotros ni en lo que todos queremos, en lo que yo sé que todos queremos más allá del rinconcito que preferíamos cómodo y seguro. No me está entrando en la cabeza tanta insensibilidad y egoísmo, pero por favor no nos pongamos patrióticos, patriotéricos, moralistas. No es eso, no es para nada eso.

Perdón pero no siento que sean excusas el hartazgo y el cansancio de quien tiene familia, techo y comida y trabajo. No me parece el “es lo que hay” y mucho menos el “es lo que merecemos”, y me patea el hígado el “ellos tienen la culpa”. No. Sé que las cosas son como son pero podrían ser distintas. Podrían ser mejores. Podrían ser peores pero sobre todo no fueron ni son inevitables. Hubo decisiones, caminos, puntos de partida y resoluciones que no fueron casuales. Las cosas podrían ser distintas, esto no es lo único que hay y esto no es lo mejor que hay.

Te miro y sé que te da bronca la injusticia, porque te vi gritando contra ella y te miro y sé que te conmueve la necesidad porque te vi movilizándote por el que te necesitaba. Entonces no te puedo entender. No puedo creerte cuando destrozás con tus palabras aquello de lo que sos parte, cuando descuidás lo que merece ser amado y cuidado, cuando tus ideas se vuelven grises y chatas y mediocres y te sentís representado por los que en su discurso irradian terror y aborrecimiento, resentimiento. Porque además creo que perdés la realidad, que no sos realista cuando te ponés infeliz, que no sos inteligente cuando te ponés pesimista. Porque además estoy segura que no sumás nada en ningún lado cuando te ponés destructor y con diez palabras rencorosas pretendés juzgar el mundo y sus habitantes, en sus dolores y errores.

Pensarás que me pongo densa y ambigua y dejo lo concreto y me voy a lo abstracto y universal pero yo sé que vos sabés de qué estamos hablando. Por eso, hablemos claro, no creo que estemos discutiendo. No creo que haya polémica ni discusión posible cuando los del otro lado son argumentos fascistas. Simplemente porque no son argumentos. Estoy convencida de ese latiguillo medio cursi de los progres: El fascismo con verdad e información se cae solito. Y sí. Cuando pedís muerte, exclusión, represión, injusticias para seres humanos, no estás discutiendo conmigo, no estamos polemizando. Estás siendo prepotente y cavernícola. No creo ser autoritaria cuando lo digo, acá el autoritario sos vos. Yo dejo que digas lo que quieras, pero si te digo autoritario, xenófobo, fascista y corto de vista, dejáme que lo diga aunque pidas muerte, exclusión, represión e injusticias para mí también. Cuando me hablás de guerra, perdón, yo no lo negocio, vos estás de ese lado y yo de este.

Está bien, yo ya leí todos los diarios que me explicaban por qué es más conveniente y funcional que tus propuestas destructivas sean ley, se difundan y se hagan acción. Y a continuación podés intentarme decir todo lo que creés que no sé. Pero mi mirada no la negocio. Yo deseo esto y vivo y muero todos los días por esto que aprendí, por esto que todavía no es pero que quiero para todos. Porque esto que yo tengo, comida y cama y poder pagar el boleto de tren y unos libros para pensar mejor y unos pantalones y este teclado lo tengan todos. Mirá, todas estas ideas yo no las negocio, y si se pone en juego ahora lo del libro de Historia, lo del afiche de Derechos Humanos, lo de la Biblia, todos esos discursitos sobre la verdad y la memoria, lo de la charla del bar, que se ponga en juego. Mis cartas son estas, no es tan complejo de entender. No las negocio, no las vendo, no las presto, no hipoteco, no las dejo caducar, no las dejo de pintar y renovar para que sean tan brillantes y soñadoras como ahora. (No, no quiero la revolución obrera, la dictadura del proletariado, usar mamelucos grises y vivir en cajas. Quiero que sea mejor lo que existe y participar del cambio, pero si me choco contra un muro de apatía y desidia, no puedo sola.)

Y como me gusta que la gente se apasione por lo que piensa, pero también me gusta no ser cabezacerradaconllave, te escucho. Te leo y te pregunto con paciencia y dulzura pedagógica. Me quedo mirándote y si no te entiendo ni comparto, y la verdad es que tampoco entiendo que pidas respeto por tus ideas oscuras y expresadas compulsiva y despreciativamente, agradezco y celebro que vos y yo podamos tener palabras y capacidad de formular ideas, un espacio de encuentro en el que podamos intercambiarlas, aunque ya lo dije, para mí las tuyas no son ideas. Son frases recortadas y pegadas de algún manual titulado “Así se deja que el mundo sea el mismo lugar injusto de siempre”, pero me encanta que podamos pelearnos por lo que creemos. Agradezco una vez más que existan todavía espacios de debate y de lucha que vos y los tuyos (posiciones planteadas, yo me quedo de este lado con los míos) con sus gritos y gruñidos, con sus palos y sus armas quisieran acallar, anular, destruir, desaparecer, matar, si pudieran. No van a poder.

lunes

vos.

Cuando te veo por la calle, mirada de joven buscando empleo y de muchacha repasando para un parcial, no te conozco y quiero decirte y quiero decirme, dale vos podés, ojos grandes, el futuro se suspira así.

Cuando te miro conozco la esperanza, aprovecho el tobogán del latido para deslizarme en ese espacio entre lo que hay y lo posible, lo que todavía no. 

Cuando te observo en tus detalles y tus rincones, te veo brillar y espero que hagas chispas en la oscuridad, que repitas mi nombre, que enloquezcas.

Cuando te contemplo así de frente y sin treguas, me recuerdo tan chiquita, tan mimada, tan privilegiada, tan agradecida y quejosa

Y si los veo y nos suspiro, y si te miro y me esperanzo, y si me observo y brillo y si lo contemplo y agradezco, las cosas cambian de color y de forma. 

Como una foto informe que queda clarísima con lentes 3D, cuando todo se vuelve tridimensional y legible, cuando los laberintos se vuelven caminos.

Como esos libros en los que parpadeás y de repente ahí la figura clarísima, sus contornos, sus límites y bordes, ahí donde antes había manchas y señales.

Como cuando busco algo por todos lados, dónde lo puse, cuándo lo usé, pedido de ayuda, todos levantando almohadones, corriendo muebles, revolviendo bolsas, repasando estantes. Se pide otra vez el identikit. Era así y así. No sé Flor, se perdió. No pero tiene que estar por acá. Rendición incondicional. Y estaba ahí, tan a la vista que aparece cuando dejo de buscar.

jueves

cuando los satélites no alcancen

yo vengo a ofrecer mi  
corazón

Un corazón sirve para llevarlo puesto, no para dejarlo a salvo en casa, en la tele. Qué bien te queda ese corazón. Vamos creciendo y vamos latiendo y de las formas más crueles y por los caminos más retorcidos aprendemos que con el corazón no basta, pero basta de descorazonadores. Que sin el corazón ni se empieza a respirar al ritmo de los sueños, que sincorazón no se puede temblar de amor ni de frío descorazonados, que sin corazón no llega la sangre a ningún lado para que duela, para que arda, para sentir que tu abrazo me rodea por todas partes

Porque vos también sabés de esa sombra que va cubriendo todo, de la maldad sistematizada, del pecado estructural, de la constipación urbana. Sí, la ciudad más bella del mundo, toda la ciudad con agujeros rellenos de pan, con curitas sobre cascaritas sucias. Vos sabés del pánico en los pies que no cubre ninguna frazada, del tiempo de las espinas que hacen percusión en la sien, a la altura de la garganta, las que aflojan las rodillas. Y te pusiste la mochila, y te ataste los cordones para bancarte la épica cotidiana de resistir al desastre. Con el corazón a cuestas.

Y también supiste de esa puñalada ni sociedad ni anónima, esa intoxicación con nombre y apellido, de parte de quien probablemente no lo intentó, y por eso justamente. El veneno destilado por el corazón más amado, más conocido, más amasado, el que te corre por las venas que más sangre entregaron a un amor. Ese que espanta y que embriaga, pero que late y acompaña. Si en el encuentro hubo amor, la despedida duele. Y sí, no me mirés así, ya lo sabías, lo que no siempre recordás es que el dolor que está lleno de amor y es causado por él mima y sana las heridas, pero con otro amor más agradecido. Que es el mismo amor con otros ojos, otras palabras, argumentos más convincentes o canciones más coloridas. Que es el mismo amor pero con suero, a veces a distancia, casi siempre en minúsculas.
 
Un corazón muy livianito se vuela, uno muy pesado se arrastra. Los corazones están hechos para caminar y caminarse, para guardar los tesoros, para memorizar las manos que nos acariciaron. La memoria es selectiva pero sobre todo es memoria. El corazón es bobo pero sobre todo es corazón, víscera, bomba de vida, fuerza para el cambio, ritmo de pasos y de bailes, pulsión de más, sucursal de Dios.  
¿Vos dónde ponés el corazón?

viernes

agridulce


Bittersweet november

 
Es el noviembre fragmentado y vertiginoso que alterna esas emociones fuertes de confirmaciones, comunidades, abrazos y todas esas almas que tengo la oportunidad de pasar, aunque sea, de costado. Estos saltos del corazón alado, mezclados con horas interminables de traducción de un texto en latín, de despertares que llegan demasiado rápido después de noches muy cortas, un dolor en la espalda preciso y una mochila cada vez más difícil de llevar. 

Es el noviembre ruidoso de los encuentros inesperados y de-se-qui-li-bra-do-res que se dan y de los esperados, imposibles, que también se dan para darle algo que contar a un viernes de insolación.

El noviembre como un nudo de nervios a la altura del estómago, noviembre de evaluaciones del corazón y evaluaciones con notas, el noviembre del calor y la lluvia sin previo aviso, de los paseos y los museos.

Es este noviembre despeinado y ojeroso que afectará tiempos inverosímiles como marzo, este noviembre con ansias dulces de verano, siestas, fiestas y tramontana. 



Un noviembre tan improbable como el anterior, de unas carcajadas en el momento indicado y un bostezo lleno de lágrimas en el peor momento. Otro noviembre de planes, promesas y arrepentimientos por lo que dejé de hacer, por lo que no hice que sucediera. Como todos los noviembres de treinta días insuficientes de cafés, apuntes, colectivos y aulas que estallan de final. A esta altura y a este tiempo, a noviembre le falta demasiado por narrar, cantar y debatir. Lo transito ya sin censuras, esperanzas ni paciencia. Lo degusto con piedad y fragilidad, lo enfrento con lo que queda de mí en un ascensor lleno de gente, en un 132, en una capilla oscura, en mi barrio desolado, en mis varias aulas, a distintas alturas sobre el nivel del mar. Si diciembre es el silbato final, noviembre son esos cinco minutos de sufrir para mantener este 2 a 1, o hasta de jugarme por el último corner. Si diciembre es el recreo, la puerta para ir a jugar al verano, muero porque suene el timbre pero mientras, cuánto aprendimos, cómo nos reímos, qué bien que la pasamos, qué mal que nos portamos, en esta hora de clases.

martes

.

Love is her best dress but she never find a night good enough to wear it. She believes herself different, just like everyone else. She knows love is the answer but she has never heard the question. She is the treasure that I should had never recalled.

se tiene el corazón que se trae por defecto.-

aclaraciones



Se llaman “supuestos básicos subyacentes”  (SBS) a esas semiideas y pseudoconvicciones que unos y otras siempre creyeron y que no siempre son explicitados de manera racional. En general tienen una base psicoanalizable bastante morbosa, en forma de moralejas, refranes o prohibiciones inyectados en las neuronas por los más mayores que nosotros. No son siempre negativas, pero las más positivas suelen tomar forma de principios y ser declaradas frecuentemente, a la vez que inevitablemente traicionadas. Los SBS tóxicos, muchas veces son autodestructivos, cuando tienen que ver con uno mismo y sus vínculos, y otras veces son aproximadamente fascistas, en los casos en que están relacionados con la concepción de sociedad y política que, por más rudimentaria que sea, todos tenemos.

Esta es la innecesaria (como casi siempre) y malversadísima base teórica de esta lista de aberraciones que, junto con otras, van delineando una suerte de peligrosísimo perfil público de mi demasiadoparecidoamí alter ego virtual

Flor: tenés que dejar de escribir cosas autobiográficas, sabés que no sirve para nada, que no hace bien, que ni siquiera es de buena calidad. Ya sé, ya sé.

Aclaración: Los dos primeros párrafos tenían como fin último filtrar posibles lectores semichusmas, pervertidos y/u oportunistas que creían que estos renglones podían ser ingeniosos, divertidos, fáciles, develadores.

Aclaración: Las primeras 48 horas alrededor de mí, consecutivas o no, tienen como fin último filtrar a posibles semichusmas, pervertidos y/u oportunistas que creían que yo podía ser ingeniosa, divertida, fácil, develadora.

Aclaración: Todo lo que podría llamarse estrategia casi no tiene existencia en mí, ni mis buenas intenciones esperan reconocimiento o beneficio alguno a cambio. No hay plan a largo plazo al que le dure un round, entre garca y boluda siempre voy por la segunda opción.

Aclaración: La crueldad existe de la manera más ingenua y peligrosa en mí. De los villanos patéticos, soy la más patética, tanto que los villanos me detestan por arruinar su buen nombre.

Aclaración: Unas cuatro veces al día me pregunto si preocuparme por vos o salir corriendo a buscarte.

Aclaración: No me hago la copada, soy copada. En general no es por generosidad ni talento, sino porque no me banco las consecuencias de no serlo. Aunque hay un momento de la noche, de la cena y de la semana en que me rindo y espero que vengan a motivarme estímulos externos, o me voy a dormir la siesta.

Aclaración: No me gusta jugar porque no sé hacer trampa, me aburre perder y me asusta ganar.

Aclaración: No escribo porque puedo, sino porque quiero. Escribo porque no sé hablar. Debo hablar más veces de las que quiero ergo, la escritura, con lo cuestionable que sea su calidad y su utilidad, es la única expresión auténtica de mis deseos.

Aclaración: No estudio literaturas y gramáticas porque quiero, sino porque puedo. Porque entre mis desgracias de entrecasa, mi falta de valor y mi pálida constancia, el abecedario ordenado de formas mágicas es el mejor camino para convertirme en algo útil y poderoso a la sociedad. O por lo menos intentarlo.

Aclaración: Si me cruzás y justo estoy en un momento de verborragia avasallante, si te interrumpo cada cinco palabras para pronunciar sandeces o proverbios caídos en la más impura ranciedad: hacéme enojar, esperá sonriendo con paciencia a que me calle, o seguí de largo sin dejar explicaciones.

Aclaración: Después de una fracción de vida de preguntar acerca de las razones y causas de todo, alguien me contestó ¿y por qué no? Y supe que ¿por qué? era la pregunta más peligrosa, por la cantidad de dudas que dejan sus respuestas.

Aclaración: No es necesario que te empecines en ser inolvidable. Sí sería necesario que alguien escribiera un libro que no fuera malísimo y que explicara por qué las peores mañas, las mayores imperfecciones, los más increíbles errores hacen a los alguienes tan necesarios.

Aclaración: No conozco la forma de ser puntual ni concreta ni metafóricamente. No hay explicaciones oficiales al respecto, no se trata de las ganas de no llegar ni de pasar en casa más tiempo. Digan con caras de vecinas “es como pedirle peras al olmo”, díganlo, pero dejen de intentarlo.

Aclaración: No me interesa la dictadura funcional que rige al planeta. Soy torpe, absurda, ridículamente inaccesible y completamente disfuncional. No sirvo, no te sirvo y punto. Permutamos por una cierta dosis de creatividad, buena voluntad, predisposición y ganas de aprender.

Aclaración: Sí, todos los días me pregunto cómo tantas buenas lecturas, tantas malas películas, tantas canciones geniales y tantas personas despreciables no me inmunizaron a las lágrimas ni a la sorpresa, me pregunto cómo no me volvieron menos cursi y por qué no un poco más hábil.

viernes

esperanza

Probablemente de todos nuestros sentimientos el único que no es verdaderamente nuestro es la esperanza. La esperanza le pertenece a la vida, es la vida misma defendiéndose. Etcétera.



ra
yue
la

lunes

La contradicción no siempre es incoherencia.



Dejé Latín III, una materia anual, a fin de octubre porque soy una tarada con un nivel de autoexigencia desmedido que no combina bien con mi falta de talento, mi incapacidad para organizar mi tiempo y mis ganas de dormir y ver capítulos de Friends.

Y lo peor, es que es muy probable que eso no sea lo peor.

Ahora dicen que es imposible, que a nadie que use zapatitos y viva en los suburbios del conurbano, entre esquinas rotas y selvas de jazmines, debería permitírsele amar el transporte público y alejarse de su zona más de diez kilómetros, mucho menos con ínfulas de salvadora del mundo.

No se entiende todavía en qué momento mi consumo literario de Borges y los premios noveles de literatura aprendió a convivir (con culpas y combates) con los Harry Potter, y aún más lejos, con canciones de la más baja lírica urbana, incluyendo reggaetones, y cumbias aún más antihigiénicas.

Mi adicción por los colores, los vestidos y los collages no comprende muy bien por qué mi habitación corre peligro de derrumbe, es descascarada, fea, desordenada y más bien insalubre, la ropa está tirada, mezclada con libros y apuntes, y hay una ventana dibujada en tiza blanca en la pared.

No les parece bien que no tenga piyama, y que adapte para tal fin cualquier jogging o remera grande en desuso, que no tenga pantuflas, que no use ropa deportiva para hacer deportes y aseguran que es altamente sospechoso que los sábados a la noche nunca use pantalones.

Mi desenfrenado consumo de cinematografía de las factorías Disney, Cris Morena y sus amigos choca polémicamente con mi talento para elegir desalmados, borders, terroristas y delincuentes polirrubros para integrar el staff de mis compañeros de besos y aventuras.

Está muy mal estudiar mucho para comprender bastante bien las causas de la pronta destrucción del mundo y mantener la sonrisa y amasar sueñitos. También está mal dormir tranquila en el tren sabiendo fehacientemente que hay mucha gente muy mala.

Mi talento para destilar ironía, crueldad y burla pierde completamente sentido cuando se junta con mi incapacidad de hacerme cargo de mis dichos malvados, mis ganas de salir corriendo cuando me persiguen las consecuencias y la ingente sensibilidad que me empapa (literalmente, hablamos de lágrimas) cuando veo bebés, perritos, documentales de historia argentina, o leo cartas viejas.

En mis aulas, pasillos y demás espacios comunes opinan que es incoherente y casi esquizofrénico insistir en ser promotora de poderes sobrenaturales y, escándalo, seguidora activa de un rocker llamado Jesús y mientras tanto, plantear y planificar errores universales y prácticamente hacer apología del delito hablando de revoluciones, transformaciones, distribuciones y demás esperanzas absurdas. Se preguntan si soy una cleptómana estratega o simplemente otra boluda.

Mis altas expectativas de vida combinan muy mal con la enorme cantidad de inconciencia con la que me desplazo por la vía pública y privada. Sugiéranme como amiga o amigo en facebook a quien encuentren más robable, atropellable y vulnerable a las plagas y epidemias mundiales que yo. Y ya no se sabe si es rebeldía o milagro el incontrovertible hecho de no ser nunca robada, nunca atropellada y casi nunca enfermada.

Es cualquiera que me apasionen en igual medida el tereré en vaso de lata, con juguito y dos hielos y el frapusúperchino de Starbucks.

Creo que todavía falta una buena versión de El día que me quieras. Y que Un argentino en Nueva York no es una película tan mala.

Hay gente que no entiende que Brillante sobre el mic siga calificando para la mejor canción de la historia, pero defienden con su vida a Arjona. Ahí la culpa ya no es mía.

No se entiende por qué canto tan fuerte si canto tan mal.

Ahora dicen que no se pueden usar dos estampados juntos. Y tampoco más de dos colores saturados a la vez. Y no se habla con desconocidos.

Nadie sabe por qué mis amigos y yo somos un crisol de razas, y por qué todo el tiempo parecemos una parodia de nosotros mismos.

La calidad y las buenas intencioens de los diarios que leo son inversamente proporcionales a mi optimismo por la mañana.

Mi especialización en perder el tiempo jugando al buscaminas o recortando pedacitos de revistas no explica mi inquietud por la paz mundial.

Me avisaron que mis superpoderes perdieron potencia, estabilidad y puntería, y que era urgente, que por favor me dejara de juntar con villanos, que no sea así, que no queda bien. Qué me importa.


jueves

imposibles posibles

Mundos posibles
  
De nada sirve el porqué.
De nada sirve el valor.
De nada sirve volver.
De nada sirve el adiós.


Para decir que no.
Para decir que no a esto.
Para soñar mundos posibles,
para crear nuevos caminos.
Trazo rastros nuevos, piso huellas inexistentes,
levanto la mirada desde el polvo del camino.
Me sacudo las zapatillas y voy.
No es verdad que la alegría no tiene memoria,
pero es mejor que la memoria.
No es verdad que la alegría no tiene dudas,
pero es mejor que la duda.
Es verdad que la mentira es mala cuando oculta lo espantoso,
 que cuando la mentira oculta la belleza es arte.
Que cuando la mentira oculta lo espantoso la rompemos a patadas,
que cuando oculta la belleza defiende la verdad.
Tiro mi mirada con una piedrita al cielo de la rayuela
y voy saltando por la tierra, juego.
Resisto desde un rincón y canto
una canción de luces y distancias.
Tu ausencia es tu manera de quedarte,
es tu sonrisa a contraluz y vos y yo, y todo eso.
Me encantaría contarte todo esto,
los días que me faltás tanto que no se puede respirar,
que me enojo conmigo, que me muero de muerte.
Los días que extrañarte es peor
que las canciones tristes y que la música del mar.
Amigo en un mundo posible que todavía
estamos dibujando vos y yo no
nos desabrazamos un verano.
Amigo no quedás atrás,
siempre me esperás más adelante en el camino,
porque ya lo caminaste, porque ya entendiste todo.
Un día me enseñaste las cosas de la amistad
y que la vida y que la muerte y todo eso.
Y el amor es más fuerte,
viste siempre que paso por la cancha de Velez
me acuerdo, dice bien grande.
El amor es más fuerte.
Toda la ciudad y todos los días
tienen marcas de vos y de lo que podría ser.
Y digo que no, y camino a otro ritmo
 y con los ojos entrecerrados te pregunto.
Si me miro de frente quiero borrarme
de la historieta y ser menos yo y más otra cosa.
Pero soy, pero fui. Y vos y nosotros, la orilla del mar, el dolor.
La canción que te gustaba, señales, estrellas,
pinceladas de amor extremo.
No, la muerte es verdad
y es la distancia más grande
y es el límite más lejano
y es el muro más alto.
Pero no, no es imposible.
Nosotros, un café, esa charla que todavía no, para contarme,
para contarte. Compañero del alma, compañero.

Podré caerme a pedazos pero acá siempre estás vos.