Love is her best dress.

She never find a night good enough to wear it.

sábado

yo tampoco





 El que no arriesga no gana, dijiste. El que arriesga puede morir por amor te dije, y comprendiste que no iba ser yo… 





Sacarte de encima como una campera de lana un primero de marzo.

Desenredarte de mí, deshilacharte, desarmar la telaraña que tejiste con sonrisas alrededor de mis brazos, mis abrazos.

Desarmarte y prever todos tus ataques y tus rayos de sol para que no atraviesen nunca más mi campana de cristal, mi muralla fortificada.

Desheredarte, exiliarte en una tormenta roja en Júpiter, destilar de mí tu veneno y también todo el alcohol que nos corrigió alguna noche por error.

Decretar que tu nombre se deje de usar y alejar a todos tus homónimos de mis calles, mis aulas, mis colectivos, desinfectar todas las palabras, todas las novelas, todas las películas, desinstalar de mi reproductor y de 
las radios las canciones que  tengan que ver con vos.

Descamarme los restos que me dejaste pintados en los rincones, descascarar la paredes de mi casa para no ver tus marcas, tu risa, tus mentiras piadosas haciendo eco por todas partes, cuando abro una puerta, cuando hago la cama, cuando se rompe un vaso en la cocina.

Desembalar las cajas y los paquetes de la mudanza que me trajo de la estación de al lado con los bolsillos vacíos y un boleto de ida, y un temor palpitando, y un silencio inocente que no se calla, y estas ganas de verte para poder elegir no verte.

Despertar de todos los sueños en que soñaba este desamor, y dejar de exagerar tu ausencia, que hasta los recuerdos se me escapan entre los dedos, y todo este momento de darme cuenta que no puedo destrozar una historia descarada, desquiciada, que nunca empezó, que no deja de terminar. 


...la que comparta tus besos con cualquiera, la que pise fuerte el acelerador.

Ucronía.-

(-No hay nostalgia peor que añorar lo que nunca jamás sucedió- exclamó, preocupado, Joaquín.)
Es una palabra elaborada por similitud a la utopía de Tomás Moro, y está compuesta del griego ou («no») y cronos («tiempo»), por lo que su significado etimológico sería «tiempo que no existe» (aportó, entonces, algún desubicado, como los hay en toda conversación, vagón de tren y artículo periodístico).

 Tiempo que no existe. Ninguna vez. Nunca.
Respirar en el desierto de las multitudes.
La tentación que debería haber tentado.
Las identidades destrozadas que no recuperamos.
Mirarte con todos los ojos llenos de luz y decirte que sí.
Contar hasta tres antes de escaparme.
Contar hasta diez para no quedarme.
Contar, simplemente, contarte de mí,  
contar con vos.
Viento y fuego para las puertas que no pudimos abrir.

Amar, temer y partir. La noche que lloraste por mí.
Apocalipsis a escala en mi pieza.
Quemar entre lágrimas las cartas que quedan.
La fiebre de los besos perdidos.
Destrozar los puestos de los vendedores de olvido.

El vals en la lluvia. Rifar un terremoto.
Darme cuenta que la abuela es un lobo.
Las palabras a medio camino entre corazón y boca.
Mis amigos y sus fiestas, sobre todas las cosas.
El canto del gallo esperando el sol.
Una tarde de nieve perdida con vos.
Entender el tango de los sobrevivientes.
Alcanzar el centro de la tierra con mis raíces.
Un puente colgante hasta el corazón.
El cielo desgarrado por la oración.
Nuestras acrobacias en mi sillón.
Perder alegremente el paraíso.
Todas las cosas, las casas, las tazas que compartimos.
Liberar todas las mariposas que viven en la panza.
Cuando jugábamos a ser chiquitos en la plaza.
Las chispas sobre el horizonte para encender el cambio.
El vértigo en la sangre, de quererte tanto.
Usar tu voz para decir la vida.
Las tardes que nos sobraba el tiempo para mirarnos.
El fogón, el amanecer en la playa, los abrazos.
El arte que salva el mundo.
El gesto que salva el día.
El día que cerraste el paraguas.
El día que me fui. Y no volví nunca más.
(comenté yo entonces)

Si la angustia no tuviera tantos meses, si pudiera huir de esta ciudad,

si el milagro de los panes y los peces consiguiera darnos de cenar.
Si tuvieran corazón las autopistas, si alguien me esperara en la estación,

si bajaran de la luna los artistas, si acabara bien esta canción.
Si aprendiéramos a amar como animales,

si quedara tiempo que perder,
si bailaran rock and roll los generales,

si cantara el gallo rojo del amanecer.
Y los sentidos olvidaran la razón.

Y las golondrinas supieran volver a hacer su nido

cada otoño en el reloj de las oficinas,

si el huracán del porvenir arrasara

las fronteras rotas las banderas por la pasión

Si pudiera yo quererte hasta el final y naufragar
en la isla del tesoro.

jueves

Utopía.-

"El término utopía fue creado por el inglés Thomas More sobre la base del griego ou topos, interpretado como ninguna parte." Jaime Rest.


Ninguna parte, ningún lugar, otro no sé.
Un sin embargo, dos peros, tres porqués.
Alertas en las nubes, señales en los mates,
el tejido de la historia gritando ausencias.
Tu llamada equivocada, mis cartas truncas, los mensajes perdidos.
Viento frío de la madrugada, un chocolate y tu boca,
la historia de salvación.
Latidos a saltos, todos los gritos de protesta, 
un beso de despedida.
Efervescencia del cambio, una bifurcación en el camino,
la alegría del fracaso.
Un abrazo silencioso, esta traición literaria,
otra trampa del azar.
El vértigo de Van Gogh, el brillo de mis pupilas
la música de tu guitarra.
Tu mirada y mi reflejo, una nueva vida y su misterio,
la promesa de un para siempre.
El escándalo de ese encuentro, la bendición contradictoria, el insomnio pre-parcial.
Combate de las siete de la mañana, el padrenuestro,
las necesidades del pueblo.
Un recuerdo, las películas de los anillos,
la Poética de Aristóteles.
El milagro de la fotosíntesis,  
la multiplicación de los panes
aquel viaje en tren.
Café amargo, la lágrima que arde y brilla, el pentagrama 
y su clave de tormenta.
Un laberinto de Borges, la negación de Pedro,
mi delirio y tu cansancio.
La revolución del compartir, el poder al servicio
la chispa que prende la hornalla para cocinar.
Una siesta justa y necesaria, hojas crujientes de otoño,  
otra guerra fría y mundial.
Esta cena familiar,
nuestra fiesta de la vida,  
mi comunidad.
Mis primaveras frías, nuestros jazmines de invierno,
el mandamiento del amor.
Esa ola gigante,  
la crisis de la muerte, el camino del dolor.
La próxima noche para olvidar,
la estrella fugaz que no voy a ver,la batalla final.
Las formas de las nubes, desafinar juntos, el paradigma verbal.
Intercambio de sueños sin almohadas, creencias sin fecha de vencimiento,  
ansia perpetua de algo mejor.
Descontento que provoca el cambio, 
tu risa fuerte que destruye la cuadrícula del día
desorden vital.
Cruz en el pecho, 
ronda de compañeros, la serenidad del fogón.
Pandemia de esperanza,
un cuento de Cortázar, canciones para llorar.
Destrozar el invernadero,
                             cambiar el mundo
        remontar un barrilete.
Pintando tu aldea, enseñando a leer,  
encendiendo soles.
Lo ideal, lo real, lo soñado.
Lo dormido, lo imposible, lo posible.


Utopía, dulce como el pan nuestro de cada día…
subversiva de lo que está mandado, mande quien mande.
Utopía, incorregible que no tiene bastante con lo posible…
Utopía que levanta huracanes de rebeldía…
Sin utopía la vida sería un ensayo para la muerte…
Utopía, que alumbras los candiles del nuevo día.
 

martes

Eclipse de mar.-


pero nada decía el programa de hoy de este eclipse de mar, de este salto mortal

Cuando el mar se eclipsa pasa que nos conocemos ahí,
pasa que el mundo que queda atrás se pulveriza a sí mismo en una última sístole de marketing y armaduras,
que todo lo que queda es el eclipse de lo poco que tenemos y somos,
el vapor de nuestros suspiros y las palabras al oído.
Puede que ya no amanezca y que tengamos que quedarnos esperando el amanecer,
y en verdad ya no importa, si ya no tenemos a dónde volver.

todo me resulta complicado,
eclipsada por tu brillo dorado


No reconoceríamos el camino de vuelta, ni nuestros perros, ni mi espejo.
No sabría de la esquina, el mate, el uniforme azul, el asfalto.
Nada se escucharía, y pateando latas y el frío de siempre,
volver a casa sería la misma otra espera.



voy a tirar la manteca por la ventana
invitarte a caminar por el techo hasta mañana

Atontada, pura magia de pelotero y papel picado frentecontraen
él que sólo espera de mí que me desespere un poco más.
Y que vuelva a caer en este laberintojuego de palabras
que tantas veces él mismo propuso.

de nuevo voy a quedarme a mirar
la luz de la luna brillando en el mar

Más tarde recordó que no se llamaba exactamente realismo mágico,
eso de mirar ansiosamente una inquietud electrónica fluorescente bajo las estrellas,
que sostienen que yo colgada me arriesgue a perderme en aquel lugar,
y el tiempo que me sobra en una cajita de papel celofán regalado
al primero que pase.

en el eclipse en el Luna Park, eclipse de alta mar
eclipsada por la madrugada, sigo despierta sin hacer nada

Cuando ya no queda nada más que hablar, cuando ya dijimos todo y dejamos de usar las palabras como medio válido para expresar todo esto que no es y nos falta y no existe, cuando sólo quedan preguntas y sobran flores agridulces, cuando el mar se apaga en brillos tornasolados y a tantos kilómetros sabemos que estamos ahí, en el mismo lugar, respirando el mismo oxígeno y compartiendo la temperatura, la lluvia, el aliento, el camino y este buscarnos para perdernos.

 
soy tan sensible a tus latidos,
mis amigos están todos dormidos y yo me olvido que es imposible,
que es imposible que los dos planetas vuelvan a chocar

Cómo me eclipsás.

lunes

Namastë.-


Significa: yo saludo a la luz de Dios que está en ti. De hecho, significa que la luz de Dios en mí saluda a la luz de Dios en ti. Pero tú sabes que no hay ninguna diferencia entre la luz de Dios que está en mí y a la luz de Dios que está en ti. Y ya que los saludos sólo se realizan entre dos entidades separadas, para nosotros sería mejor no hablar en absoluto de saludos, sino decir que la luz de Dios en nosotros celebra su presencia eternamente en nuestros corazones.
Ell gurú ficticio Sri Bakashānanda en la novela The Journey of the Fool, de Fady Bahig.

Y nosotros seguimos repitiendo saludos usados y gastados, aplicando las reglas de siempre para diferenciar rutinariamente el momento del encuentro del de la despedida, así de simple.

Como si fuera tan fácil vernos, sonreirte, compartir el corazón, y después irme, tomar un transporte público diferente al tuyo, olvidarte. Como si.
Tantos encuentros no son más que errores alegres y tantas despedidas, desencuentros cobardes. Pero también hay de esos encuentros transformadores, después de los cuales ya nada es lo mismo. Y hay pocas, terribles e inolvidables, despedidas que son los momentos de mayor valentía de todos.

Las despedidas siguen siendo bendiciones contradictorias. Pero no hay despedidas que de verdad lo sean, porque estamos juntos en esta como tantas otras veces, y por eso mismo no vamos a volver a estar solos nunca más.

Domingo en Wonderland.-


Te vas a ir, vas a salir
pero te quedas,
¿dónde más vas a ir?

Todo lo que vivía lo había leído previamente, lo había escuchado en alguna buena canción. Por lo tanto, había programado todos mis futuros posibles, con un cierto margen de delicioso error. Así se reducían mis opciones: podía seguir fielmente el guión, y atenerme a consecuencias en general opuestas a las literarias. O podía hacer lo opuesto, y descubrir mundos nuevos.

Todas mis aventuras empezaban con una tarde de sol y un buen libro. Siempre seguía al conejo blanco que puntualmente temía llegar tarde, siempre me metía en los túneles más equivocados y más oscuros y más peligrosos, siempre una caída libre de horas para aterrizar sutilmente en ninguna parte. Después una puerta vedada, una llave imposible, una poción venenosa, un jardín prohibido al que nunca volvía a llegar.


y es que aquí
el trabalenguas
traba lenguas.

Y un día se rompieron todos los espejos y los esquemas de mi pobre corazón y ningún tablero de ajedrez quedó en pie, de todos los que pateamos de tanto perder. Me volví adicta al jaque mate y eso que yo conocía previamente todas tus jugadas. Y eso que sabía que siempre me ponías al límite y deponiendo todas mis armas, armaduras, murallas y ciudades fortificadas, te dejaba ganar.

Un día fui la reina de corazones y no te pude condenar a muerte. Todos los días traían nuevas melodías y malas noticias acerca de cómo mi reino se convertía en una ruina llena de canciones, sonrisas, risas y rosas rojas sin ayuda de pintura. Y entonces la historia de siempre se convirtió en una montaña rusa de flores parlantes que atacan mi conciencia por todo eso que todavía no hice pero si se da la oportunidad, no voy a poder dejar de hacer. Y lo haría aunque pudiera no hacerlo. Yo nunca falté a las fiestas de té y tequila para celebrar eso que no va a pasar.

Así que en el baño de un bar, o en la reversión censurada de la orilla del mar, le pedí pistas a un gato mientras desaparecía, y busqué olvidarme de todas las maravillas que antes de ayer parecían seguras, y del vestido y del amor, para imaginar sueños nuevos que brillen de los dos lados del espejo, destruyendo reglas a patadas y desenamorándome perdidamente en 3D del sombrerero loco y sus extraños cambios de humor.




Se acabó.
Se acabó ese.
Se acabó ese juego.
Se acabó ese juego que te hacía feliz.