Love is her best dress.

She never find a night good enough to wear it.

domingo

no golpee antes de entrar

No golpees. No lastimes, no hagas sonar con dolor ninguno de sus tejidos. No te equivoques otra vez de la misma manera, no le vuelvas a hacer mal. No le vuelvas a prometer aquello que nunca pudiste cumplir. No le recuerdes los malos momentos como si se trataran de deudas y no trates de recrear aquello que solamente existe en el pasado historiado de ambos.

Deberían ser los mandamientos, sin numerar, de las relaciones terminadas. Viajando en bondi me di cuenta que la frase "no vuelvas a los lugares donde fuiste feliz" es cierta a medias. No tendría sentido dejar de visitar el barrio de la infancia, la casa de los padres, la escuela secundaria. No tendría gracia dejar de ver a los amigos de siempre, los que nos vieron crecer, los que conocen nuestro acné púber y nuestros errores más prestigiosos. 

Claro que no hay que volver nunca al pasado como si no hubiera pasado -valga la redundancia- todo un río por debajo de este puente. Claro que no hay que volver a ningún pasado como si nosotros no hubiéramos cambiado, no fuéramos en gran porcentaje otras personas en otros rumbos.

Pero hay una cláusula que no tiene excepciones nunca: No vuelvas a los lugares donde NO fuiste feliz. Sabina, prestáme atención. Porque este es un vicio más recurrente. Y es el homenaje en muerte a aquello que no perdura. A ver decime si no volviste a pasar por su casa para ver si una planta, la luz prendida de la cocina o un auto muestran señales de su futuro actual. Recorrer un lugar frecuentado, pero más probablemente el lugar de la última pelea. Revisar el Facebook para asegurarse de que sigue ahí su nueva relación con un corazoncito rosa al lado. Repasar sílaba a sílaba, hasta moviendo los labios, la discusión que disparó las últimas lágrimas juntos.


A esa altura da igual si te queda claro que él fue tan feliz como vos, con vos. De lo que sí estás segura es de que los dos se lloraron (porque la tristeza porta, para bien y para mal, más certezas que las felicidades). Lo que sabés muy bien, es que cada uno en algún momento clave encontró algo que inesperadamente hizo extrañar al otro. Que él como vos -como yo- se miraron y revisaron sus bolsillos seguros de que faltaba algo. 

Y que te sentiste extraña e incompleta, por un momento. Que estar sin él es como haber perdido el lazarillo en medio de la calle Florida en hora pico. Como dar un paso sin darse cuenta que había un escalón. Ese instante de abismo. Ese, ahí. ¿O no?




lunes

Voy a vos


La próxima vez no voy a mentir nunca ni voy a tener ninguna estrategia. No te voy a negar que te miré en Facebook durante horas ni voy a ocultarte que estuve pensando en vos antes de irme a dormir.

Te voy a contar que voy por la calle prestando atención en las esquinas para ver si te cruzo, y voy a olvidarme de contar las horas entre los mensajes que te mando. No voy a calcular ni mezquinarte ni uno sólo de mis sentimientos. No me va a asustar el “te extraño” precoz, y voy a dejar de mirar para otro lado cuando tengo ganas de decirte que tengo ganas de verte.

Y si me doy cuenta que me encantás, me voy a dar cuenta de decirlo, y no por Whatsapp cuando me haya subido al tren, sino apenas te vea.

No voy a remar mi originalidad ni voy a estar pensando en frases inolvidables para que te quedes pensando en lo ingeniosa que soy. No voy a esperar que des los primeros pasos y no voy a preservarme del dolor.

Voy a preguntarte cuando tenga dudas, y voy a reclamarte en el momento en que me hagas mal, y no después. Te voy a decir que te vi mirando a la chica que pasaba, voy a poner cara de mala y voy a olvidarme después. Y si me hacés llorar, voy a llorar y si me hacés feliz, voy a reírme con ganas.

No voy a esperar una retribución proporcional a lo que yo haga por vos, ni voy a enojarme si tus tiempos van a destiempo con mis ganas de amar. Si sale mal, voy a fallar con pasión y si me enojo, voy a romper cosas e irme con intensidad.

Si la fugacidad marca los instantes que vivamos, el para siempre signará todo el después. Como el río van a fluir mis gestos y mis palabras, y si veo una sombra o una duda o una herida en el borde de tus ojos, voy a abrazarte sin investigar.

Cuando te conozca, como descuento que sucederá cuando existas y aparezcas y te cruces y te metas en mi vida, van a tener sentido todas las experiencias lejanas de desamor e indiferencia. Voy a perdonar todas las mentiras y omisiones. Voy a volverme sin prisa bella y buena, y me voy a permitir los lujos de la ternura y la dulzura, y demás placeres gastronómicos.

La próxima  vez que empiece, voy a ser frágil y sencilla. Voy a hacerte dibujitos y llevarte golosinas y escribirte cartas con pedacitos de mis capítulos preferidos de Rayuela y también con versos de canciones malas. Te voy a dedicar estados y tweets y a poner fotitos por todas partes y una sonrisa tuya en mi billetera.

Y por qué no, se me va a escapar un te-amo a destiempo sin que me importe mucho tu miedo ni lo que le cuentes a tus amigos ni cómo van a retarme mis amigas. Y me voy a quedar hasta tarde hablando con vos aunque al otro día entre a trabajar muy temprano, y me voy a quedar y ser yo. Voy a vos.