Love is her best dress.

She never find a night good enough to wear it.

lunes

esperaré que el cielo tiemble.-

-Y vos, ¿cómo estás? Te veo emocionalmente inestable.


-En una montaña rusa. No duermo bien, como menos, me muero por verla pero no me alegra el día, no me llega a hacer bien. 

-Te morís de ganas de enamorarte.

-Me va a romper el corazón antes que me pueda enamorar.

-Te quedaría re bien un corazón roto. Les hace muy bien a los chicos como vos que les rompan el corazón pero mal. Hay gente que se pone tan encantadora cuando la lastimás que casi que te enganchás otra vez. 


jueves

anticipo de primavera

-¿Estás enamorada? 
Era muy suyo mirar a los ojos y formular una pregunta que de repente llevaba cualquier conversación a niveles de profundidad inesperados.
-Me encantaría saber de qué estás hablando. -y se rió despacito.
Era muy de ella desviar la mirada y evadir las profundidades que le hablaban con un poco de ironía. Se autoboicoteaba generosamente, lo sabía, pero también despejaba un metro cuadrado de cielo con su risa. A veces.
Esta vez, la respuesta fue brumosa.
Él dejó que el espesor del microclima se acumulara a su alrededor y cebó otro mate, acariciando cada detalle del proceso con delicada atención. 
Se lo pasó con una mirada afilada, tratando de decodificar el silencio.El filo la rozó y se sintió herida, y recibió la infusión con un gesto que construía un escudo impenetrable. Y no salió de allí por varias horas. 
La brisa pronto se volvió viento y la tarde primaveral exigió refugio o abrigo. El frío que algunas noches los había acercado esta vez atraía el fin del encuentro. El tiempo no sobraba, ni siquiera en esos tiempos, así que el resto de la tarde fue una despedida sin peros.
Siempre se había considerado torpe en la oralidad pero un mensaje virtual le resultaba excesivamente mezquino. Así que escribió una frase en un cuadrado de papel rosa y lo guardó en el bolsillo del morral.
Al día siguiente era domingo y procrastinando pilas de apuntes y otras oportunidades perdidas de antemano, atravesó la secuencia de transportes públicos, caminó despacio, pasó el mensajito por debajo de su puerta y huyó. Otra vez. 


miércoles

colonización emocional


Conocer lugares o nuevas formas de besar con alguien, vaya y pase. Recordar cómo pasaba el sol por la ventana esa tarde verano, todavía. Ver a un tipo de la misma altura y con ropa parecida y girar de golpe creyendo que es él, a veces pasa. 
Pero que te pase una canción, te inicie en una banda, se vuelvan adictos juntos a una serie o repitan simultáneamente frases de una película, eso es colonización emocional.

Es jugar sucio. Es conquistar rincones de la memoria que nunca se podrán sobreescribir. Toda cadena de pensamiento terminará en lo que modificó nuestras estructuras, y por lo tanto en esa canción, y por eso mismo vas a pensar en él, voy a pensar en vos. 

Colonizar es contarle no sólo de vos sino de lo mejor que traés en tu equipaje, regalar un libro, pasar un link, dedicar en un estado de face la frase de la canción de tu vida. Colonizar es hacerse perversamente inolvidable porque aunque el corazón odie y el pensamiento ignore y racionalice la conveniencia de cada despedida, el arte no perdona. 

Por eso, supongo, es imposible enamorarse de gente que no lee o no ama la música. Por eso no se puede amar a quien no vio muchas buenas películas. Por eso no hay quien pueda resistirse al encanto de poner de banda sonora de las mejores noches sus canciones preferidas. 

También debe ser por eso que mis peores años fueron aquellos en los que estuve enamorada. Escribía poco, mucho menos, porque recibía cada día un mundo entero de arte nuevo. Escribía poco porque estaba ocupada siendo colonizada por medio de la inseminación de recuerdos imperecederos; un acorde, el tono de un atardecer como el de esa película, la metanfetamina azul, una frase de Rayuela, tu bufanda marrón.