Cuando yo asuma, como descarto que sucederá cuando deje de
intentar entablar una relación estimulante y duradera, y de escribir obras
leídas y comentadas por todos, el primer paso será prohibir los programas de
televisión que transmitan discusiones sobre temas banales. Si no se pelea por
el amor, la guerra, la muerte o el hambre, no se peleará.
Luego se prohibirán todos los bailes de ritmos acelerados.
Se mantendrán las danzas orgánicas, lentas y relajantes. Quedarán allí los
deportes suaves. Prohibiremos los populares, masivos, carismáticos deportes de
equipo. Ya no habrá chistes cortos y rápidos, y no se permitirá ninguna frase
que no sea larga, compleja y profunda. Dejaremos afuera de los medios de
comunicación social todo tipo de velocidad.
El rating minuto a minuto dejará de ser un tema.
La conexión a internet volverá a ser lenta, mucho más lenta
que en los tiempos del 0610. Podrás ver una película por mes, que se descargará
durante treinta días. Así que harás bien en elegirla con prudencia.
Las novelas de Tolstoi y las de Pérez Galdós duplicarán sus
ventas, porque nadie querrá leer mensajes de Twitter llenos de elipsis y sin subordinadas.
La producción y distribución de smartphones será prohibida antes de volverse
completamente obsoleta, y las ganas de las caminatas, las cartas escritas de
puño y letra y los besos sin prisa ni estrategia se multiplicarán en los
índices gubernamentales.
Ya no buscarás la edición vertiginosa, la inmediatez del
comentario ingenioso y vacío, no querrás más multitasking ni conversar con diez
personas a la vez sobre el mismo evento intrascendente.
Dejaremos de desear la diversión como fin último. Y el
aburrimiento, espacioso y fresco, será una oportunidad para encontrar poesía y
filosofía en las manchas de humedad.
Y entonces, cuando nadie hable de tiempo perdido, cuando la
contemplación del crecimiento del pasto nos dé lecciones, cuando los boletos de
colectivo –que no esperaremos con ansias, en donde no maltrataremos al prójimo-
vengan estampados con haikus. Entonces no habrá preguntas tontas ni respuestas
incorrectas. La lluvia será el ritmo y otra vez, las nubes arte.