Love is her best dress.

She never find a night good enough to wear it.

lunes

fiebre inevitable.-


Fiebre


Somos esa calma cargada de estática y tensión antes de la tormenta, somos ese diálogo de mimos, los actores que prefieren aparentar una imperfección atrayente que engrosa el caparazón alrededor de su dulzura rancia, pero tan auténtica.

Somos esa tarde nublada y violeta sin más planes que la siesta o este apunte con tanto margen que me invita a escribir, somos un día perfecto que no se decide a serlo.

Somos esa ansiedad vertiginosa latiendo a la altura del estómago, ese aleteo angustioso que no puede callar.


Somos la humedad agria y marchitada de un jardín con sed y otoño, somos también un jazmín sin diciembre, un barco en el límite de la gota del océano que quiere rebalsar el vaso.

Somos los que queremos esa lluvia con viento y fuego y marea que sube y la queremos con todo, con su inundación y sus derroches, con sus grietas y sus pérdidas, con la paz dolorosa que en sí está inserta.
 
Somos esa lluvia que cae y las baldosas que la soportan y los resquicios entre ellas, por los que el agua se abre camino.

Somos el color menos sucio y más brillante de la ciudad esta noche de lluvia, somos el reflejo de las luces en las gotas y en cada superficie mojada. Somos el ruido en mi techo de chapa y cada golpe que recuerda cada innumerable soledad perpleja. 

Somos el jueves cobarde que fue ayer, que no pasó y esperamos con nostalgia. Somos el día después de mañana, intentando recordar con impaciencia lo que no vuelve a suceder.

Somos el mate lavado y edulcorado, el café frío, la comida sin sal, el pan sin multiplicar.

Somos el cuarto menguante, el sol que no se anima, el eclipse de terremoto que debimos desatar.
Somos el color pastel, el traje gris, la sonrisa falsa, la mirada adictiva, el abrazo ingrato.

Somos el silencio que la carcajada no destruye, somos el deseo que le pedí a una estrella que ya se murió, porque somos la muerte lenta y tibia, somos la ausencia que grita.

Somos el número ganador que no fue vendido, el desencuentro fundamental, la órbita desplanetada, un coro desafinado, un crimen sin testigos que nadie se banca cometer.

Somos la declaración de guerra enmohecida en un museo, un destierro sin refugio, esta conspiración universal, una fiesta sin noche de bodas, un horror sin sombra, un desenlace fatal y mudo.

Somos la pesadilla creativa que no nos deja escapar ni gritar para pedir ayuda, que nos despierta con palpitaciones, con la garganta seca, con un miedo delicioso.

Somos el desequilibrio inédito que podría ser hit de la temporada.

Somos el cuento del siglo encajonado en el despacho de un editor, y somos su adaptación cinematográfica con los pochoclos listos, que aún no encuentra director.

Somos un camino sin piedras ni huellas, somos, ay, este verano sin playa.

Somos, cómo puede ser, una esperanza pisoteada, un calambre a medianoche sin gritos, una bomba cayendo que no deja de detonar.

Somos y seguimos siendo un laberinto sin pistas, la distancia insalvable, una caída libre en cámara lenta, la buena noticia silenciada por el mismo profeta.

Somos, no podemos dejar de ser, un talento enterrado en un campo que nadie va a cultivar, somos el invento que el científico ocultó, somos la revolución en la que nadie cree, somos la fe incandescente que un incrédulo no deja de gritar.

Somos este vómito del corazón sin filtro, sin censura, sin prejuicio, sin cansancio, sin expectativas, sin correcciones, sin vehemencia y a media voz.

Somos lo que no queremos, 
somos las vidas que no vivimos.
Somos lo que podemos, somos dos que no somos.




"Dulce magnetismo: dos cargas opuestas buscando lo mismo..." Drexler

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