Love is her best dress.

She never find a night good enough to wear it.

domingo

...


Puntos suspensivos
No preguntes
cuántos espejos
me encandilaron hoy.


No hay principio, no hay final. No más que un par de puntos desparramados en una historia que es una bolsa de papel llena de ratos y besos. Muchos. Y de puntos suspensivos.


Los puntos suspensivos suspenden, dejan un espacio, abren el puente entre este ahora y el ahora de después, ese que tiene forma de promesa, ese que no es más que lo que no es. Ese que se llama todavía no. Puntos suspensivos que se extienden desde esta vez hasta la próxima. Nadie sabe por qué hay próxima, palabras en el medio, una cita impuntual. Otra vez, casi lo mismo, casi siempre cada vez mejor. Al principio novedad y sorpresa, después almohadas tibias y algo que en algunos países puede llamarse enamoramiento.


Proceso de puntos suspendidos, equidistantes entre sí. No sabe lo que pasa y no sabe lo que pasó, ella no estaba ahí. Ni contigo ni sin ti. Enamoramiento. Tiene dos o tres palabras ocultas que explican su contenido y en una cuasietimología describen la patología. No serán desarrolladas por su obviedad. Patología, problema, dolor, conflicto, choques. Correspondencias encontradas. La imposibilidad de que la ecuación sea perfecta, el logro del desequilibrio absoluto que nunca más se podrá armonizar.


La balanza destrozada, ella agita su cabeza llena de malestares por haber tragado frío y lluvia anoche, y por pasarse la tarde planeando una despedida. Después de haber degustado la sopa fría del domingo eternamente insípido y resfriado, se levanta a sonreír, porque no le queda otra que caminar las últimas cuadras de espalda, pero sonriendo. Para siempre lo escrito marca muros, traza agujeros en el espacio, llama a lo mágico, trae en el barco del recuerdo lo mejor de las vidas que no vivimos juntos. Pero es el último de los puntos suspensivos.
  
Está sola, para qué desarrollar nuevas hipótesis. Arroja apuntes una vez leídos a una pila interminable, aprende mucho y no sabe nada. Destroza la salud en inmadurez y desquicie. Cierra las puertas y se hunde en un vapor espeso de silencios rotos. Se encierra, se mira, da vueltas entre frazadas. Está sola. Punto final.



Tu noche de excesos,
tu feria de besos,
tu cara en la hora del té.

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