Love is her best dress.

She never find a night good enough to wear it.

sábado

Enamorarse es una mierda.-

Resolvió en la resaca que su vestido preferido estaría bien, porque estaba arrugado a los pies de su cama, y no hacía frío. Agregó un saquito con estampa de rosas, no hacía frío.
No hubo peinado ni maquillaje. Le gustaba verse con los ojos hinchados y las raíces pegoteadas, como recién levantada, recién acariciada, como si. No se sentía sola pero sí abrumada, desechó los miedos y los peros, salió a la calle. 

Caminó a su encuentro, la espera del colectivo en la esquina, la tarde caía lo que el viento levantaba. Volaba su pollera y los poros se inflamaban. Hacía frío, un poco de frío. Pero se sentía bien porque se sentía así desprotegida. Antes de subir oyó a uno bajito con visera cantando "Luz de día". Siempre supo que lo fantástico se deslizaba con frecuencia en sus días, pero en el último tiempo había aprendido a intuir el momento justo de la irrupción, el instante en el que la chispa de lo bizarro armaba el puente con aquellos otros mundos imposibles que introducían reglas rotas en éste. 

Y se había vuelto una aliada implacable de aquellas transgresiones. Sabía volverse colaboradora incondicional de lo inesperado, cada vez con arte más sutil para no espantar a los espectros del azar y menor crueldad para atraer a los fantasmas de la ternura lúdica. La canción dejó de sonar dos pesos por favor y se acomodó en un asiento junto al pasillo, más bien atrás, como no siempre hacía. 

Horas más tarde descubrió la mirada de él disolviendo su atención y se sintió amenazada, despejó el panorama con una carcajada y cambió de tema pero era tarde. Sintió la punzada en la nuca, un tipo inconstante y ridículo le había enseñado a darse cuenta cuando querían besarla, era un don de transferencia, parecido a los nervios por examen, sencillo de notar. 

Pero era un no. Desde el principio todas las intersecciones iban en su contra, no sería posible, pensaba, que la negativa se revirtiera. Recostó su espalda contra la pared, estiró las piernas en la alfombra y tomó otro sorbo de vino, era un no y las próximas noches estarían ocupadas de una actividad onírica turbia, dadaísta, un insomnio tibio provocado por esa tensión desmedida que alguien que no tenía errores en su biografía le planteaba al tratar de trazar un puente de tiza hacia ella.

Debía ser un no. Cuando fue sí, ella transitó espacios interestelares con individuos brillantes de quienes usurpó todas sus propiedades celestiales, exprimió los mejores dones de ellos pero a cambio de palabras tiempo viajes épicos silencios de tragedia griega. El sí fue sinergia cítrica creación espanto y poemas de Maiakovsky. Nunca tuvo paz en el amor, y los abandonó uno a uno fastidiada e hiriente. Por eso ahora no. 

No le molestaba mirarlo ni caminar a su lado ni pasar el tiempo con él. Le parecía bien hablar de cine, libros y que él eligiera la banda sonora de sus momentos. Estaba todo demasiado bien pero no sería. Porque no la inquietaba, no la transformaba, no le impedía respirar con fluidez antes de dormir. Porque además nada le prohibía acercarse en el silencio instalado, mirar a los ojos, y sonreír, darle permiso para seguir adelante. 

Sin embargo, no era así como lo nuevo se abriría camino en el laberinto a ciegas que era ese domingo. 





- Enamorarse es una mierda. Lo único que nos salva de eso es el amor. Habría que pasar, directamente, al amor. Saltearse las ansiedades y estrategias, desandar las búsquedas y convencer a las intuiciones. 

- ¿Por qué no, entonces? 

- Porque no toda opción es una decisión me parece. O algo así, ponele. Porque no todo se elige fríamente, no se elige con los ojos o con la sinapsis neuronal, como quien calcula el precio de los diferentes tipos de lechuga. Porque ahora ¿ahora? elijo con el cuerpo y los latidos, las pulsiones y las señales. ¿Alguna vez te enamoraste?

- Alguna vez, sí, creo.

- ¿Creo? Enamorarse es una certeza nefasta, como la muerte. No hay preguntas ni ecos, solamente una sola respuesta ingrata. Es tragar mucha agua con cloro en la pileta, es la noche después de que el sol te queme demasiado. Disculpá las metáforas veraniegas, pero viste. 

- Entonces no.

- Yo en la próxima jugada ya no quiero enamorarme. No quiero besos por celular ni indirectas en redes sociales, no quiero misterios sino canciones que empiecen con un rasgueo laborioso. Nada de un primer beso de despedida o un te-amo esperado. Un amor de prepo, un amor al principio del amor y no al final del desgaste. Amor entero, no tan descremado ni pasteurizado. Sin procesos ni escalas que venga a casa con un vino, que veamos películas hasta quedarnos dormidos, que me tire en su sillón y cuente mi día, que me interrumpa para contarme una anécdota de hace tiempo y entonces yo una cita de Cien años de soledad, y entonces él un comentario sobre una columna de opinión de Página y después pasan las horas tomamos té de rosa mosqueta y después café con leche y después del vino agarro un libro y me quedo leyendo en un rincón hasta que la próxima duda simple.

2 comentarios:

  1. Flor, me encanto posta. Yo suelo escribir cosas de este estilo y me senti re identificada con la situacion. Muy muy bueno.
    Regina.

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