Love is her best dress.

She never find a night good enough to wear it.

sábado

Ucronía.-

(-No hay nostalgia peor que añorar lo que nunca jamás sucedió- exclamó, preocupado, Joaquín.)
Es una palabra elaborada por similitud a la utopía de Tomás Moro, y está compuesta del griego ou («no») y cronos («tiempo»), por lo que su significado etimológico sería «tiempo que no existe» (aportó, entonces, algún desubicado, como los hay en toda conversación, vagón de tren y artículo periodístico).

 Tiempo que no existe. Ninguna vez. Nunca.
Respirar en el desierto de las multitudes.
La tentación que debería haber tentado.
Las identidades destrozadas que no recuperamos.
Mirarte con todos los ojos llenos de luz y decirte que sí.
Contar hasta tres antes de escaparme.
Contar hasta diez para no quedarme.
Contar, simplemente, contarte de mí,  
contar con vos.
Viento y fuego para las puertas que no pudimos abrir.

Amar, temer y partir. La noche que lloraste por mí.
Apocalipsis a escala en mi pieza.
Quemar entre lágrimas las cartas que quedan.
La fiebre de los besos perdidos.
Destrozar los puestos de los vendedores de olvido.

El vals en la lluvia. Rifar un terremoto.
Darme cuenta que la abuela es un lobo.
Las palabras a medio camino entre corazón y boca.
Mis amigos y sus fiestas, sobre todas las cosas.
El canto del gallo esperando el sol.
Una tarde de nieve perdida con vos.
Entender el tango de los sobrevivientes.
Alcanzar el centro de la tierra con mis raíces.
Un puente colgante hasta el corazón.
El cielo desgarrado por la oración.
Nuestras acrobacias en mi sillón.
Perder alegremente el paraíso.
Todas las cosas, las casas, las tazas que compartimos.
Liberar todas las mariposas que viven en la panza.
Cuando jugábamos a ser chiquitos en la plaza.
Las chispas sobre el horizonte para encender el cambio.
El vértigo en la sangre, de quererte tanto.
Usar tu voz para decir la vida.
Las tardes que nos sobraba el tiempo para mirarnos.
El fogón, el amanecer en la playa, los abrazos.
El arte que salva el mundo.
El gesto que salva el día.
El día que cerraste el paraguas.
El día que me fui. Y no volví nunca más.
(comenté yo entonces)

Si la angustia no tuviera tantos meses, si pudiera huir de esta ciudad,

si el milagro de los panes y los peces consiguiera darnos de cenar.
Si tuvieran corazón las autopistas, si alguien me esperara en la estación,

si bajaran de la luna los artistas, si acabara bien esta canción.
Si aprendiéramos a amar como animales,

si quedara tiempo que perder,
si bailaran rock and roll los generales,

si cantara el gallo rojo del amanecer.
Y los sentidos olvidaran la razón.

Y las golondrinas supieran volver a hacer su nido

cada otoño en el reloj de las oficinas,

si el huracán del porvenir arrasara

las fronteras rotas las banderas por la pasión

Si pudiera yo quererte hasta el final y naufragar
en la isla del tesoro.

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