Love is her best dress.

She never find a night good enough to wear it.

miércoles

montaña rusa.


vos con tu mochila a cuestas
yo con la excusa perfecta.

 Con una colección de esperas atragantada,
ella deja las palabras que sobran en el cordón de la vereda.
Vos le querías regalar un manojo de mentiras rotas,
un partido de truco perdido, un paquete de chicles
y un olvido irrecuperable.

Ella cuenta con los dedos de los pies, se tropieza en la calle,
se queda dormida en el tren.
Vos tenías ganas de empatarle alguna vez.

Le diste la bienvenida con todas tus tropas 
y algunas miradas,
ella te puso entre la espada y el alma.

Soltaron todos los globos de colores para no volar tan alto
y caminaron sin red por un alambre de púas,
en una carpa de circo,
en una calle sin semáforos.

Nadaron sin sacarse la ropa en un mar de canciones
quemadas en los bordes,
se contaron cuentos sin final,
se hirieron (sí, mutuamente, dulcemente) 
con dardos de miel  
y todo empezaba en cada ola,
cada estación, cada vaivén del cielo,
y nada terminaba, y nunca terminaba.

Y vos quisiste ayudar a la casualidad,
y ella embarró la cancha para no ganar.
Hiciste trampa tres veces y ella descartó el fair play.
Quisiste torcer el camino, ella quiso tropezarse 
para dejarte ir.
Corriste el último colectivo, ella se subió sin pagar boleto.

Ella quería cuidar tu esperanza,
vos pediste prestada una vida sin sal.
Ella se empalagó en rincones a corto plazo,
vos hipotecaste la idea de soñar sin ella.
Te regaló un diccionario de palabras esdrújulas.
Le devolviste las ganas que te quedaban

La llevaste de paseo por un laberinto de espejos,
ella se abrochó el cinturón y se animó al  
vértigo de tu abrazo.
Te mintió con una sonrisa,
vos te moriste de miedo por primera vez.

Sonó el timbre del recreo, 
y te salvó la campana del recuerdo,
y punto y coma el que no se escondió.

Despidieron las explicaciones, 
celebraron las distancias,
amaron los errores, patearon los silencios
y se pusieron (mutuamente, dulcemente) en jaque mate 
otra vez.
Y otra vez.
Todos empatan cuando sobreviven en territorio enemigo.

La gente así, como ella y como vos,
mira de frente a la mala suerte y la desafía a otra ronda,
 a otro tequila, un tema más y nos vamos.

La gente como yo y como él se va a dormir pateándole
el último corner a la suerte,
dando vueltas en la cama, acomodando la almohada,
estirando la frazada, con las medias puestas,
con frío entre los pulmones y la boca.

La gente así, la gente como nosotros,
se pregunta todas las noches quién habrá ganado.

Y todas las mañanas le sonreímos 
al viento y volvemos a apostar.

quien sabe?

No hay comentarios:

Publicar un comentario