Love is her best dress.

She never find a night good enough to wear it.

domingo

...




Zona de promesas

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No es un verbo sino un vértigo.
No indica acción.
No quiere decir ir al encuentro de alguien,
 sino yacer porque alguien no viene.



Las tardes de verano como esta planifican 
algo edulcorado
oculto bajo las mangas largas que no tienen.

Revuelvo el placard con ansiedad y 
 busco en sus rincones
eso que duerme ovillado y resignado,
duerme desde que el mapa se pintó de azul
en las últimas páginas de los diarios.

Imagino ideas para sacar a pasear 
mi despreocupación
por la vía pública, para enarbolar mi estandarte
de silencio y miedo.

Me persigue este desprecio agridulce 
a dependerde algo más que algunos caramelos,
a escuchar un solo reproche por cantar bajito,
por caminar lento, por hablar rápido,
por soñar a medias.

Me escapo, me escondo, me enredo
en el caparazón y parpadeo.
Me arriesgo y me vuelvo a camuflar
con el resto de las chicas del vagón
con tapado rojo y apunte en mano.
Con ojeras e intersticios entre
la tristeza y el desamor,
con la huella de una sonrisa.



La lucha por la esperanza
intenta sus últimos pelotazos en el área contraria.
Un centro, una corrida, la camiseta
de los perdedores transpirada.
Todos nosotros, casi toda el aula, 
gran parte del vagón.
No está pasando, no está pasando.

La resistencia a prueba de patadas
de estos fragmentos de comunidades perdidas
arrastrándose en un aula, toda una semana de siembra.
Cuando se duerme poco, se sueña peor.


Y hoy que se puede, y hoy, dale que hoy es verano,
me inyecto toda la anestesia y desmemoria
que queda en mis cajones y de la que soy capaz.
Me maquillo con toda la cobardía
que sobra de otros tiempos aún más cobardes.

Hoy despliego una línea de tiempo inventada,
con tiza y piedritas en el patio del fondo.
Y elijo qué olvidar, qué borrar.
Qué páginas arrancar, como si fuera un cuaderno
de apuntes desprolijos.
Qué archivos borrar, qué carpetas perder.
Qué fotos quemar, qué canciones prohibir.

Si descoso estas caras y estas voces y estos besos,
¿este tiempo va a ser el mismo,
el corazón va a quedar entero,
la fiesta va a ser completa?

Si arranco con la punta de los dedos el dolor
y el grito ahogado y las lágrimas escondidas,
¿voy a seguir siendo yo, voy a preferir a la otra,
la imaginaria, la desmemoriada, la más feliz?

Si eligiera, si pudiera, si el corazón
fuera programable, reseteable,
¿qué haría, qué quedaría de mí, qué quedaría de vos,
si nos borrara, si detonara, si retrocediera,
si hablara otro idioma, si otro pasado armara otro presente?



Y qué del a partir de hoy, de lo que viene,
de lo que me espera.
 Y qué del tiempo mágico de los intentos,
del espacio de los susurros y las sombras,
de estos días de caminar entre penumbras,
 de esta zona de promesas.

Y cómo caminar y cuándo celebrar,
y qué canción bailar cuando lo que nos sobra son preguntas,
lo que nos queda son dudas, lo que nos falta es
un abrazo, una siesta, un café con leche,
un beso de temporada, un vestido nuevo,
 un amor de estreno.

Todo tiene su tiempo,
y cada cosa tiene su momento bajo el sol.
El tiempo es bueno, hay Dios en cada instante
y todo lo que nos queda es  
decirle que sí a este minuto.

Las promesas son frágiles, están rotas de antemano.
Como las preguntas tienen inscripto en su genoma
la respuesta y su carencia.
La promesa tiene un sello de vencimiento y un perdón,
las promesas encierran en su carozo un futuro,
un agradecimiento, pero sobre todo la alternativa
del desencuentro y el desencanto, de la mentira o la incapacidad,
la promesa siempre guarda el error y su olvido,
como posibilidad prometida.



Y en esta área rival con mi corazón rodando por el pasto,
 en este laberinto me tienta sentirme más alta que vos,
tener alas más fuertes, mirar con ojos 
más claros y constantes,
pronunciar palabras más precisas
y quiero cuidarte como si, creyendo
que no conocés la salida,que no viste la entrada,
que te pusiste a jugar como yo sin darte cuenta.
Quiero cuidarte como si tuviera las respuestas correctas
de este múltiple choice.

Pero en este laberinto de muros altos,
de nubes bajas, de silencio mayoritario,
de olvido selectivo,
¿cómo soltarte sin perderme?

Cierro los ojos, sonrío y sigo remando
en este laberinto sin rastro de ríos ni mar
de nuestra decepción a media voz,
de esta resaca compartida sin nuestra noche de exceso.



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