Love is her best dress.

She never find a night good enough to wear it.

viernes

...sirve para caminar


Celebración de la utopía
Yo también hice la prueba, el experimento. Me querí asacar la duda. Yo les pregunté a los chicos si estaban de acuerdo con la frase "Somos un desastre". Compartíamos una realidad del grupo, del curso. Me dijeron que sí, que eran un desastre. Empezaron a fundamentar. Hablaron de sus errores,de sus carencias, de sus fragilidades. Ni una sola vez pusieron excusas. Puse algunas pistas a la charla, pregunté a los que no hablan nunca o hablan bajo, intenté recuperar todas las voces. Somos un desastre.

Sin pedido ni ayuda ampliaron la mirada y profundizaron la crítica: Los adolescentes de hoy somos un desastre. En una ronda apretadita, en la quinta hora del viernes, remando en un aula que naufraga entre otras que se van vaciando para dar paso a la pausa semanal, cansados y ansiosos por la milanesa, la siesta, la fiesta. Cara a cara, sin caretas, con respeto y libertad, con profundidad y sencillez, con humor y con amor, veinticico pibes de catorce y quince años contradecían sus propias afirmaciones. Somos un desastre, decían, y se conversaban sin violencia aún entre las diferencias de ideas, de pensamiento.

Un poco enojada les di vuelta el espejo: ¿Quién dijoque eran un desastre? "La de biología." "Mi papá." "El almacenero." "La tele."Con buenos ejemplos, me contaron. Los miré, jugando al diálogo y a la verdad y les conté lo que veía. Acá no hay desastres. Por qué se lo hicieron creer. Se los dije. No sé si los convencí. Desde entonces intento que mis gestos digan pocas cosas, pero que repitan insistentemente: No sos un desastre. No sé si los convenzo.

El aporte desordenado y aplastante de los medios, las tecnologías y las modas delinearon ofertas, necesidades, hábitos de los quetodos somos más o menos concientes. Pero hasta dónde vislumbramos como el sistema del desvínculo pulverizó la autoestima de los más frágiles. Soy un desastre, se queja la muchachita de catorce años cuando se mira al espejo ala mañana. Soy un desastre, repite él cuando le entregan la prueba de matemática.

Con altos niveles de autoexigencia y lejos del no me importa nada, me encuentro una y otra vez con murallas de autoodio, autorabia, autodestrucción de los chicos quese creyeron que no sirven para nada. Desde la imagen corporal a la aprobación de una materia, desde la aceptación grupal a los conflictos familiares, hay más culpa que desdén cargando sobre sus hombros. Procesos de defensa y supervivencia mediante, muchos y todos lo niegan. No hace falta, se les nota en los ojos, se desarman en un abrazo. Se paralizan ante el buen trato y la sonrisa sin trampas.

Sacándonos de encima la foto de tribu salvaje e irracional que casi todas las pantallas reflejan cuando de hablar de los adolescentes se trata, tampoco quisiera caer en la otra, la más sensiblera y tanto o más peligrosa. La imagen de pobres víctimas perdidas sin capacidad de escapatoria ni de decisión, en busca de protección en rincones oscuros y cálidos, en buscade salvadores mesiánicos que les digan qué hacer y qué no. ¿Quiénes son entonces? ¿Qué hacemos con ellos? ¿Los escondemos, los controlamos, los retenemos, hasta que algunos se acomoden en aulas universitarias atiborradas, en un call center, en algún que otro embarazo no deseado?

Yo miro de nuevo el espejo roto y estallan luces frenéticas de mensajes imperativos y voces represivas. Aquellos que sólo escucharon que a esto no hay quien lo mejore y mucho menos ellos, cómo van a encantarse con la transformación y construir el futuro. Esos que fueron abonados con gritos de que para ser alguien tienen que ser algo que todavía no son, que nunca podrán ser, cómo se van a enamorar de la vida y luchar por los sueños de una felicidad para todos.

Temidos por docentes y aislados en habitaciones súpertecnologizadas por sus padres, depositados en discos y rincones empapados de alcohol, los adolescentes sin embargo, son la resistencia. Una resistencia con las herramientas latentes y la mirada atenta. Una pulsión de más, unpotencial de cambio. Sospechan que las cosas no tienen que seguir así, quepodrían ser distintas, que esto no es lo mejor que hay, que esto no es lo únicoque puede haber. Ya no se adaptan a las estructuras estáticas, ya no consumen hábitos preestablecidos, ya no definen vínculos convencionales. Rompen a patadas lo que está habiendo y todavía no declaran el para qué de tanta libertad. Pero están a punto, al borde.

Más concientes de sus propios límites que nunca, sóloles resta descubrir cuánto se puede edificar dentro de esos límites para ir corriendo la frontera de lo posible. Los chicos, que ya no arman centros de estudiantes con banderas de colores uniformes, son auténticamente utópicos. Ya no intentan aplicar a toda costa el molde de una familia que fracasó. Ahora, sueñan con algo distinto.

Son utópicos. Para ellos no hay lugar, para ellos no hay tiempo. Para ellos, todavía no. Hoy no. Todo es ansiedad y vértigo. Todo es una búsqueda llena de encuentros. Convierten los muros de Facebook en puentes,hacen de las fiestas, celebraciones. A su modo, están buscando. El futuro está entre las sombras  y es un no-lugar, una utopía. Les dijeron que no. Ellos dicen no al no. Y dicen que no a lo que hay.

Como Freire, que cuando habla de esperanza, de alegría, de sueños, no camina sobre las nubes sino que se levanta contra el desencanto y el dique a la imaginación, tantean sin saberlo en la transgresión de lo vigente y buscan, aunque no sepan que lo buscan (y ahí hay un gran tesoroque grita, que debe hacerse conciencia), hacer viable lo inédito, fundar nuevas lógicas, trazar horizontes inesperados.

Cuando se convenzan de que no son el futuro sino el presente, cuando nos convenzamos, cuando los convenzamos de que la Historia nos necesita y nos interpela, que no da igual, vamos a empezar a decir sí, vamos a revelar algo nuevo, vamos a rebelarnos a lo que era.
Mirando las señales de lo positivo y amando las fragilidades. Las revoluciones también pueden ir por caminito detierra. Ésta late. Cuando se ríen del desastre y se sacuden la anestesia, negocio de algunos, los miro y los veo. Hay chispas, hay risas, hay colores nuevos. Y entiendo un poco por qué les tienen tanto miedo.

Ella está en elhorizonte -dice Fernando Birri-. Me acerco dos pasos, ella se aleja dos pasos.Camino diez pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá. Por mucho que yo camine, nunca la alcanzaré. ¿Para que sirve la utopía? Para eso sirve: para caminar. Eduardo Galeano

El hombre es ser de lejanías, pero para esto, es un ser u-tópico. No tiene lugar. O lo que es lo mismo, pero más: todo lugar es suyo, menos donde ya ha estado. Hugo Mujica

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