Love is her best dress.

She never find a night good enough to wear it.

martes

23 de abril.-

Como el amor de los desconocidos,
me espera el sol en una estación.




Esperamos hace muchos días un día como este. Apenas latía este año diez con su sobredosis exacta de esperanza e incertidumbre, y soñamos el 23 de abril. No sé por qué ni cómo, supimos en comunidad que el 23 de abril sería un gran día.

Sé cuándo y dónde, deseamos un día en el que lo esperado pasara, en el que lo inesperado se abriera camino entre las ruinas de lo cotidiano. El 23 de abril era un punto lejano en el horizonte del calendario. Lo agendamos y sin hacer planes, sin hacer cálculos, sonreimos en la convicción de que lo posible es posible.

Y después soltamos la ansiedad y seguimos caminando. Y después pasamos por lo triste, por lo costoso, por lo genial y por lo mejor. Atravesamos la ciclotimia por caminos cercanos pero distintos, el recuerdo y la fiesta, los abrazos y el tiempo, los besos y las despedidas.

Yo me había olvidado de que el 23 de abril era  
un día de milagros, un día de suerte.
(esa suerte buena, no la de las loterías sino esa que, sin explicaciones, te hace coincidir en cada suspiro con lo que va a pasar, aunque tome caminos retorcidos).
Pero algo devolvió a mi memoria la cita con la verdad y la aventura, y no puedo faltar. 

Descargo mi equipaje para llegar liviana y miro al sol pálido de otoño sin miedo a que me encandile. La confianza en lo que se agita entre lo mágico y lo ilógico, el amor por estas palabras esdrújulas y la brújula infalible que me lleva por el camino del error son buenas herramientas para llevar en la mochila sin que pese ni detenga mis pasos que pegan con firmeza contra el cemento, entre plaza Houssay y Ayacucho 638 (porque nadie sabe, nadie sospecha que estoy escuchando reggaeton antes de entrar a Literatura Medieval).

Así que ahí voy. Es increíble cómo mejora a una semana la espera de un gran día. Cómo ilumina a una década la larga espera que precede a un segundo del paso de un cometa, y su improbable avistaje en una islita del Pacífico.

No hay comentarios:

Publicar un comentario